lunes, 15 de septiembre de 2014

La limpieza del caballo.

Siguiendo con la sección de cuidados del caballo, y después de escribir sobre el box; hoy os voy a hablar de la higiene del caballo, los cuidados diarios que necesita y algunas aclaraciones sobre el material de limpieza.

Para trabajar de manera provechosa, el caballo debe sentirse limpio y cómodo. Los caballos pierden una gran cantidad de pelo al día, además de otro tipo de suciedad que algunas veces parece que “atraen”; como puede ser el polvo, el barro, las manchas de estiércol... Es por eso que una rutina de limpieza del caballo se hace necesaria, tanto antes como después del ejercicio.

Hay una serie de herramientas que son básicas en el equipo de nuestro guadarnés*:
  • Cepillo de cerdas duras o de raíces: esencial para quitar los restos secos de barro o los restos de la cama del caballo.
  • Cepillo de cerdas blandas o bruza: para quitar el polvo, sacar brillo y arreglar el pelo.
  • Peine para las crines: como el de los humanos (un poco más duro a fin de evitar que se parta) que usaremos para desenredar y limpiar la crin y la cola.
  • Rasqueta o almohaza: lo usamos para quitar la suciedad más incrustada, las manchas de estiércol y el polvo o barro que se mete bajo el pelo.
  • Pañuelos suaves o esponja: con los que quitaremos las legañas de los ojos o la suciedad de los ollares. Serán exclusivos para cada una de las zonas que vayamos a limpiar.
  • Limpiacascos: fundamental en cualquier bolsa de higiene; sirve exactamente para lo que su nombre indica.
  • Secador o limpiasudor: retira el exceso de agua o sudor en el cuerpo del caballo.
Cepillo de raíces.
Bruza.
Rasqueta o almohaza.


Limpiacascos con cepillo.


Limpiasudor rígido.
Limpiasudor flexible



Con estos elementos básicos, ya deberíamos de ser capaces de hacer una limpieza más que adecuada a nuestra montura.
La sesión de limpieza debe hacerse tanto antes como después del trabajo, y no realizarla con prisas, ya que es un momento que compartimos con nuestro caballo sin obligarle a trabajar. Además, la higiene sirve para preparar los músculos para el trabajo o para relajarlos después de éste.

Antes del trabajo:

Sacamos al caballo de la cuadra y lo atamos en la zona donde queramos trabajar. Ésta debe estar libre de objetos con los que se pueda enredar o tropezar el caballo (mangueras, barras, metales, cuerdas...) y al animal no debemos atarlo ni demasiado largo ni demasiado corto (debería poder bajar la cabeza si quiere, pero no poder “escapar” cuando lo estemos cepillando). Si llevaba manta de cuadra* o vendas de descanso*, les daremos un ligero cepillado y las pondremos a airear.

Comenzaremos usando la rasqueta en las zonas carnosas del caballo (grupa, cuello...) con movimientos circulares enérgicos pero sin hacerle daño al animal. Una vez hayamos removido toda la suciedad que está debajo del pelo, pasaremos al cepillo de cerdas duras. Se pasa por todo el cuerpo, en sentido contrario al crecimiento del pelo y después a favor del crecimiento, de forma que no volvamos a enterrar toda esa suciedad en la piel. Cuando hayamos terminado con éste, pasaremos al cepillo de cerdas blandas -también por todo el cuerpo- a favor del pelo, con movimientos cortos. Pueden ser necesarias varias pasadas de ambos cepillos.

Personalmente, recomiendo que utilicéis rasquetas de goma, ya que al ser más blandas se adaptan mejor a las curvas del animal -como la grupa- además de hacerle menos daño al caballo que las de metal.

Acto seguido, pasamos a desenredar las crines y la cola con el cepillo. Hay que tener paciencia, para evitar darle tirones al animal y romperle el pelo (es cierto que resisten bien los tirones en las crines, pero eso no significa que tengamos que dárselos). Una vez desenredado el pelo, llegaremos a la limpieza de los cascos. Es una de las partes más importantes en el proceso de higiene, ya que puede marcar la diferencia entre un caballo sano y uno cojo. El limpiacascos tiene dos partes, una con un gancho y otra con un cepillo:
  • Pedimos el casco al caballo, apoyándonos en su cuerpo para obligarle a que desplace el peso al lado contrario a la vez que le tiramos ligeramente de la caña del pie o mano que queramos limpiar.
  • Empezaremos con el gancho, quitando con cuidado los restos de tierra, barro o virutas que pueda tener.
  • Cuando esté libre de restos grandes de tierra, pasaremos a limpiar la ranilla* con cuidado de no hacerle daño. Limpiaremos los bordes y el centro.
  • Para finalizar, usaremos el cepillo en todo el casco (tanto dentro como fuera) para eliminar los restos de suciedad.
Una vez finalizados los cascos, podremos empezar a ensillar.

Después del trabajo:

Desensillamos al animal, ponemos la cabezada de cuadra y dejamos el equipo a airear, para poder limpiarlo cuando acabemos con el caballo.

Si ha sudado mucho, podremos pasar un limpiasudor por las partes carnosas. Para ello, lo cogemos por ambos extremos, de forma que parezca un semicírculo -los hay que ya vienen con forma de media luna, en ese caso, los agarramos por el mango- y pasaremos en sentido de crecimiento del pelo.

Una vez quitado el sudor, le daremos un cepillado con el cepillo de raíz y dejaremos que vaya secando. Si hace mucho frío, le pondremos una manta fina por encima para que no se resfríe. Limpiamos otra vez los cascos, las crines y la cola.

Pasamos a limpiar la cabeza, con un cepillo suave y pequeño teniendo cuidado de no lastimarlo. Si es necesario, podremos limpiar los ojos y los ollares con un pañuelo muy suave o una esponja humedecida (que tendremos reservada para limpiar la cara del animal).

Una vez hecho todo ésto, podremos recompensar al caballo con un poco de fruta o llevarlo a pastar; y después lo dejaremos en su cuadra -o pasto- para que descanse.

Limpieza en profundidad:

Algunas veces querremos que nuestro caballo esté especialmente limpio y reluciente. Para eso, tenemos varios modos de hacerlo:

Podemos ducharlo, usando jabón específico para su tipo de pelaje. No hace falta más que mojarlo, enjabonar haciendo círculos (con la mano o con un cepillo reservado para la ducha) y aclarar bien. No aconsejo mojar la cara del caballo, y desde luego no debe entrarle jabón en los ojos, boca u ollares ni mojarse las orejas (puede causar problemas de equilibrio si le entra agua dentro). Podemos aprovechar la ducha para realizar una limpieza de los genitales del caballo, que llevaremos a cabo con un jabón antiséptico y mucho cuidado. Por supuesto, la ducha no quita de que tengamos que realizar la limpieza de cascos y de crines.

Yo no recomiendo duchar al caballo más de una vez al mes (puede acarrear dermatitis y alergias en la piel), ni en invierno (puede resfriarse el animal). Además, tampoco ducharía a mis caballos -ni siquiera las extremidades- nada más acabar el ejercicio, ya que el músculo está todavía caliente y un enfriamiento rápido y tan brusco puede dar lugar a una tendinitis o daños peores. Lo mejor es dar un buen paseo, después cepillarlo bien y cuando estemos seguros de que ha enfriado, mojarle lentamente y empezando por el casco, las extremidades.

Existen en el mercado unas grasas especiales para los cascos de los caballos, que les proporcionan hidratación, flexibilidad y una bonita capa de brillo. Las hay de dos tipos: un aceite hidratante, de color verdoso-transparente y otro aceite de color negro, que sirve para “secar” el casco.
El primero se trata de una pomada hidratante para los cascos, que se utiliza para aquellos animales que estén estabulados o en una zona de clima muy seco. Se usa, como mucho, cada 15 días.
El segundo hace justo lo contrario, creando una barrera protectora entre el casco y el exterior para que, en caso de que el animal viva en climas muy húmedos, el casco sufra menos riesgo de podredumbre u hongos. Se aplica en animales que vivan en el campo, también cada 15 días.

En mi caso, combinaba el aceite hidratante una vez al mes con la grasa que evitaba que el barro del campo pudiese estropear el casco de mis caballos cada 15 días. Todo esto fue recomendado por mi herrador.

Para finalizar, si queréis que vuestro caballo destaque, hay una serie de trucos:

  1. Usar aceite de almendras dulces alrededor de ollares y ojos para que la piel brille.
  2. Usar un paño seco (de los de limpiar pantallas y cristales) para quitarle el polvo del cuerpo a vuestro caballo. Simplemente hay que pasárselo por el cuerpo después del cepillado.
  3. Utilizar productos abrillantadores, blanqueantes o desenredantes específicos -según la necesidad- para conseguir que su pelo se vea perfecto. Sólo recomiendo el uso muy ocasional de estos productos.
  4. Dar una “ducha” con toallas y agua caliente en los días de frío -en caso de que exista mucha necesidad- o usar jabones en seco.

Y así termino mi artículo sobre la limpieza del caballo. Si es necesario, haré otros artículos más adelante donde me centre en otros productos de limpieza, en la ducha, en el cuidado de las crines, etc.

Guadarnés: Armario o habitación en donde guardamos el equipo de nuestro caballo.
Ranilla: Parte del casco del caballo situada en la zona de la planta, que tiene forma de V. En algunos caballos tiene tendencia a pudrirse, llegando a causar infecciones.
Manta de cuadra: Prenda de abrigo que se les pone a los caballos mientras están en la cuadra descansando, lo que evita que se enfríen. Las hay también con otras funciones, como evitar las picaduras de insectos.
Vendas de descanso: Protecciones que se usan en las patas del caballo cuando está en su box. Su acción consiste en ejercer una presión constante en la caña del animal, lo que favorece la circulación. Se pueden usar en las 4 patas, pero es esencial aprender a vendar bien al caballo (ya que podemos causarle daños si no) y las vendas no deben estar puestas durante muchas horas seguidas.


Espero que os haya gustado, y que leáis mi próximo artículo. ^_^

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